La población mundial ya recibe vacunas pero existe otra incógnita sobre el tratamiento contra el COVID-19 en etapa temprana. Todavía no hay nada eficaz.

Enfocarse en el COVID-19 en etapa temprana es fundamental para prevenir múltiples contagios y para que la persona en cuestión no llegue a etapa hospitalaria.

Muchas veces se escuchan casos en los que enfermos por COVID-19 son rechazados a su llegada al hospital por no considerarse estar en etapa grave y dan prioridad a esas personas.

Precisamente ahora los estudios y diferentes ensayos clínicos a nivel mundial buscan fármacos o terapias para la etapa temprana del virus. ¿A qué se enfrentan? Los efectos secundarios.

En un artículo de la genetista y escritora de bióloga molecular, Tina Hesman Saey sostiene, a  través de diversas opiniones de otros colegas, que el tratamiento temprano puede limitar la transmisión del virus y mantener a las personas fuera de los hospitales sobrecargados.

Uno de los efectos secundarios de los tratamientos clínicos es la fosfolipidosis.

Además de ensayos con pacientes, previamente se hicieron pruebas con animales. Encontraron que los medicamentos que causaron el efecto secundario no reaccionaron en experimentos en animales.

Si un medicamento detiene el crecimiento del coronavirus en las células del laboratorio, los investigadores deben realizar pruebas de fosfolipidosis. Si el medicamento causa ese efecto secundario, debe descartarse como terapia COVID-19.

Actualmente se están probando en 136 ensayos clínicos, de al menos 33 medicamentos, incluido el antibiótico azitromicina, que causa fosfolipidosis.

Para virus como el SARS original o los coronavirus MERS, que tienen tasas de mortalidad mucho más altas, tiene sentido tratar a todos los que se enferman de inmediato. 

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“Gran parte de la comunidad científica sólo estaba tratando de salvar vidas, particularmente de los pacientes que estaban en el hospital. […] Pero no hubo un esfuerzo concertado completo sobre medicamentos reutilizados que podrían ser útiles para casos leves a moderados”

dice Esther Krofah, directora ejecutiva de FasterCures, parte del grupo de expertos del Instituto Milken con sede en Washington, DC.

Los Institutos Nacionales de Salud (NIH)  han lanzado una gran prueba llamada ACTIV-6 , que se espera inscriba a 13.500 personas. 

Esta prueba es similar a los ensayos anteriores, sobre pacientes de COVID-19  hospitalizados. Determinaron que el remdesivir, los esteroides y otros tratamientos pueden reducir las tasas de muerte o reducir los días de estadía en el hospital.

Muchos de estos medicamentos se han hecho “populares” e incluso se han montado en cadenas de desinformación, pero es importante decir que aunque varios de estos medicamentos se han utilizado, la mayoría sigue en pruebas y observación. No son de uso oficial.

Hasta la fecha, los funcionarios de salud han recomendado no tomar ivermectina (un medicamento para animales)  para COVID-19 fuera de los ensayos clínicos. El cual se estudia en ensayos clínicos pero no han comprobado su eficacia.

Los medicamentos que van a la cabeza con sus ensayos y pretenden dar resultados finales de años son los de vía oral, o sea, las pastillas. Las cuáles podrían causar efectos de solución inmediata. 

Entre los más prometedores se encuentra un medicamento antiviral llamado molnupiravir (anteriormente EIDD-2801 ).

A diferencia del remdesivir, el nuevo medicamento está en forma de píldora y se puede administrar fácilmente a personas recién diagnosticadas.

Otros estudios, incluido uno que prueba la pastilla antidepresiva fluvoxamina y un estudio amplio de otros medicamentos reutilizados también pueden producir tratamientos fáciles, tempranos y efectivos.

La vacuna es el primer paso a la inmunidad pero la búsqueda por un medicamento para el COVID-19 y sus variantes podría evitar que la enfermedad se complique o evoluciones. ¿Se logrará este año?