Tecnologías aliadas vs cambio climático

Tecnologías aliadas vs cambio climático

Biomasa, aceite quemado, C02 e hidrógeno son algunos de los elementos que las tecnologías están utilizado para combatir el cambio climático en México.

“Dos años para salvar al mundo. Buenas tardes”, afirmó Simon Stiell, secretario ejecutivo de la ONU enfocado en cambio climático.

Durante una reunión del 10 de abril de 2024 con expertos del Chatham House, un Think Tank que analiza esta y otras problemáticas mundiales.

¿Quién exactamente tiene dos años para salvar el mundo? La respuesta es cada persona del planeta”, añadió el secretario.

Aunque bien intencionada, la petición de Stiell asigna la misma responsabilidad a cada miembro de una sociedad desigual.

El tamaño del reto

En 2017, la organización Proyecto de Divulgación del Carbono (CDP, por sus siglas en inglés) reveló que de 1988 a 2015, 100 empresas de combustibles fósiles como ExxonMobil, Shell y Gazprom fueron responsables del 71% de las emisiones industriales de gases de efecto invernadero.

A finales de 2023, la Confederación Internacional de Organizaciones no Gubernamentales detalló cómo, en 2019, el 1% más rico de la población mundial, unas 77 millones de personas, contaminó lo mismo que 5 mil millones de ciudadanos.

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En 2021, Akihiko Nishio, vicepresidente de financiación para el desarrollo del Banco Mundial, advirtió que la crisis climática es injusta: se ensaña con los pobres, pese a que ellos contaminan menos.

El apoyo de las tecnologías verdes

Ante tamaño reto, la tecnología sale al quite y ofrece un sendero más verde.

No obstante, Raúl Tauro, presidente de la Red Mexicana de Bioenergía (Rembio), organización que promueve energías alternas, consideró que no es sencillo.

Explicó que las innovaciones en energías renovables, como la solar o la eólica, no son la solución definitiva al cambio climático.

Se piensa que son la salvación, que van a mantener el nivel de consumo actual, que reemplazarán el combustible fósil y seguiremos con la vida tal cual la conocemos. Y no es así”, aseguró Tauro.

Rembio surgió en 2006 con el fin de investigar el potencial que tiene la biomasa, es decir, los residuos agrícolas y forestales.

Así como, los desechos de alimentos, para producir bioenergía.

Mintzirani Equihua, investigador y miembro de Rembio, explicó que técnicamente los recursos alimenticios se pueden utilizar para crear gas o electricidad.

A través de procedimientos son variados como: la gasificación, pirólisis, fermentación e hidrólisis enzimática.

Potencial de la biomasa en México

En 2018, la Secretaría de Energía publicó el Atlas Nacional de Biomasa, en el cual estimó que el potencial de energía de la biomasa en México es de 2 mil 980 petajoules (PJ).

Que representarían el 40.64% de 7 mil 327 PJ o el total de energía producida en el país durante 2020, estimó el IMCO.

María José León, cofundadora de Biodiqro, empresa mexicana que transforma aceite de cocina quemado en biodiésel, encajó con la visión de Rembio.

Sostuvo que el uso de biodiésel en vehículos automotores pesados reduce hasta un 80% las emisiones de dióxido de carbono.

Sin embargo, entre los mexicanos persiste el miedo de que emplear combustible verde afecte el funcionamiento del motor.

Aceite quemado, C02 e hidrógeno

Además, existe una batalla por el control del aceite quemado en México.

Como es un ingrediente del alimento para ganado, los restauranteros, quienes más generan el recurso, lo ofrecen al mejor postor, y no siempre las iniciativas verdes logran hacerse con él.

Rembio apuntaló que, por sí sola, la bioenergía no resolverá nada; debe combinarse con otras tecnologías.

Jazmín Salazar, fundadora de Oxtrom, startup mexicana que ofrece servicios de captura de carbono, estimó que los dispositivos pueden ser aliados en esta lucha.

Salazar expuso que el hardware de recolección directa del sitio de emisión del CO2 evita que el 100% de los contaminantes lleguen a la atmósfera.

Aunque los datos son prometedores, reconoció que esta tecnología es de menor escala y se centra en las Pymes.

El método de recolección en el aire, utilizado por grandes industrias, es dicotómico porque necesita una gran cantidad de energía para capturar carbono, por lo que termina produciendo más contaminantes.

No obstante, Salazar ensalzó el beneficio del reciclaje del CO2 capturado.

El cual, pasa por un proceso de filtrado y se reintegra en forma de polímero u otras sustancias a las cadenas de producción de industrias como la textil, cosmética o farmacéutica.

Las fortalezas de hidrógeno

Israel Hurtado, presidente de la Asociación Mexicana del Hidrógeno Verde, abundó que el hidrógeno es el elemento más común en el universo.

Que para usarlo como fuente de energía debe separarse de las moléculas del agua o de los residuos de biomasa mediante electrólisis.

Aunque incipiente, en México existen más de 15 proyectos en diferentes etapas de desarrollo para diversas aplicaciones del hidrógeno en Sinaloa, Oaxaca, Baja California y Nuevo León.

Hurtado estimó que, en conjunto, estas iniciativas suman una inversión de 20 mil millones de dólares.

Uno de los usos más sólidos es el reemplazo de diesel en transportes marítimos en los puertos de Oaxaca;

El directivo calcula que el crecimiento del hidrógeno verde seguirá en ascenso hasta sumar 60 mil millones de dólares en 2050.

Finalmente, Sergio López, fundador de Rayo Bioenergía, empresa mexicana que proporciona soluciones de energía mediante biomasa, consideró que el siguiente es la suma de todos estos esfuerzos a través de la bioeconomía.

Quien explicó que el pilar de este nuevo modelo económico circular tendrá a la biorrefinería como estrella.

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Fabricando polímeros, químicos, biocombustibles y materiales de construcción, sacando de la jugada al tóxico petróleo y utilizando elementos de biomasa.

Políticas de biomasa en EU

Este año, el gobierno de Joe Biden publicó el documento ‘Construir un suministro de biomasa resiliente: un plan para impulsar la bioeconomía en América’.

El cual presenta un panorama detallado de esta industria en Estados Unidos y su potencial.

Otro estudio del comité de Academias Nacionales de Ciencias, Ingeniería y Medicina de EU, en 2020, calculó que su bioeconomía representó cerca del 5% se su PIB, unos 950 mil millones de dólares.

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