Desde finales de enero la actividad de la capital del estado de Colima se complicó por la riña entre dos grupos rivales dentro del Cártel Jalisco
Cuando el reloj marca las 17:00 horas, las cortinas de los negocios comienzan a bajar en el centro histórico de la capital de Colima, en las colonias cercanas y en municipios como Villa de Álvarez y Coquimatlán, lo que repercute en la caída de ventas e ingresos.
Mis amigos revendedores de tecnología y servicios relacionados que operan en Colima, lanzan un SOS a sus pares del país, ante la situación que viven.
Aunque muchos están optando por promover en línea, vía redes sociales y en el boca a boca, los productos y servicios que ofrecen, el temor de los habitantes de la zona por lo que pueda ocurrir en las siguientes semanas tiene paralizadas las inversiones en TI.
Los altos índices de violencia que se viven en Colima obligaron a la población a autoimponerse un toque de queda.
Fue a finales de enero que la violencia se desató en la capital del estado.
El 25 de enero hubo un motín en el penal estatal que dejó nueve muertos.
Autoridades señalaron una riña entre dos grupos rivales dentro del Cártel Jalisco.
La gobernadora Indira Vizcaíno anunció el reforzamiento de la seguridad mediante un operativo para restaurar la paz en la entidad que ya cuenta con más tres 3 mil 600 agentes de seguridad repartidos en la región.
Pero como más vale prevenir, los comerciantes optan por alejarse de la zona antes de que caiga la noche y comiencen las balaceras.
La situación también está complicando el trasiego de mercancías, debido a que el Puerto de Manzanillo es uno de los más importantes del país, específicamente es el que mayor cantidad de cargamentos de productos tecnológicos recibe a nivel nacional.