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“Dejar huella es lo importante. Y la huella que ustedes dejan en mí es lo más satisfactorio. Mil, mil, mil gracias. Espero que haya mucho, mucho Juan Luis para rato. No se preocupen por mí… estoy muy contento y muy feliz.”
La noche cayó tibia sobre la Ciudad de México, pero en el salón donde se reunió buena parte de los representantes de la industria del país la temperatura era otra: cálida, íntima, casi familiar. Ahí, entre abrazos largos y miradas que reconocen décadas, se celebró la trayectoria de Juan Luis Tron, ex director de Tripp Lite México y una de las figuras más queridas de la industria.
Al tomar el micrófono, Tron no comenzó hablando de negocios, ni de logros corporativos. Empezó donde empieza todo lo importante: la amistad.
“Esta noche me acompañan mis amigos de 50 años; los de 40, que son los de la universidad; 45 de haber entrado, 40 de haber salido. Y de ahí siguen los de 30… y los de la industria.”
El público rió, algunos voltearon a verse, otros levantaron su vaso. La “tribu”, como él la llama, estaba ahí.
“Sí, nosotros hicimos la industria”
Tron recordó aquellos años en los que un puñado de jóvenes —no siempre expertos— se propuso construir lo que hoy es el ecosistema tecnológico de México.
“Sí, nosotros hicimos la industria. Pusimos internet. Logramos las cosas… todo en contra, porque nadie era como de la profesión de informática: había dentistas, economistas, un poquito de todo. Pero lo lográbamos, recorriendo palmo a palmo la República.”
Ese pasaje encendió aplausos. Para muchos en la sala, aquellas rutas interminables, las primeras franquicias y las madrugadas de instalación eran recuerdos compartidos.
La tribu que se vuelve familia
Entre anécdotas, Tron volvió una y otra vez a un tema: la gente.
“Al final vas logrando hacer una tribu… y tu tribu irla siguiendo en el tiempo, y que te sigan queriendo, y que tú sigas siendo parte de ellos… vale la pena.”
Mencionó a colegas que se volvieron hermanos, a quienes conoció “en carretera”, a los de prensa, a los de negocio, a los nuevos y a los de siempre. Y la sala completa asentía.
La promesa que lo cambió todo
Uno de los momentos más emotivos llegó con el recuerdo de su hijo y de un pacto que marcó su vida profesional.
“Cuando logramos entrar a los ‘atancapuertas’, con el Samu, mi partner querido… fue la mayor bendición de mi vida, que fue con la llegada de mi hijo. E hice un acuerdo muy claro: ‘Yo doy resultados, pero tengo el tiempo de ver y criar y estar con mi hijo’. Y ha sido de lo más magnífico… gracias a Gaby.”
El público respondió con gritos espontáneos: “¡Te amamos!”, “¡Bravo!”. Gabriela Flores, esposa de Juan Luis, visiblemente conmovida, recibió también un agradecimiento infinito.
“Somos bien ordinarios… pero siempre extraordinarios”
Con humildad característica, Tron habló de su equipo de trabajo:
“Somos bien ordinarios. No somos ningún superdotado. Pero siempre trabajamos y tratamos de hacer un poco más… ser extraordinarios.”
Dijo que verlo rodeado de tantas personas —y saber que otras tantas no alcanzaron lugar— “te explota la cabeza”.
Amigos, empresarios y uno que otro ‘mamila’
Hubo espacio para la broma:
“Hoy, millonarios… algunos mamilas, otros menos mamilas. Hay de todo. Pero sobre todo: amigos.”
La carcajada colectiva confirmó que el humor de Juan Luis sigue siendo parte de la identidad del canal.
Una nueva etapa
Entre agradecimientos, mencionó al “Samu”, a Enrique, a quienes vivieron con él transiciones corporativas y generacionales; y a sus “hermanos” —Sergio y Wilson—, “el Burro Caletero”, “el Mico Lacandón” y “el enanito”, arrancando más risas y complicidades.
También dedicó palabras especiales a Héctor Lara, director de Quarx, a quien llamó “fuera de serie”, un ejemplo de superación cuya historia —dijo— ha contado mil veces.
“Hay Juan Luis para rato”
El cierre fue un mensaje de gratitud y futuro:
“Dejar huella es lo importante. Y la huella que ustedes dejan en mí es lo más satisfactorio. Mil, mil, mil gracias. Espero que haya mucho, mucho Juan Luis para rato. No se preocupen por mí… estoy muy contento y muy feliz.”
Los aplausos finales no fueron sólo un reconocimiento a su trayectoria, sino al lazo que tejió durante décadas. Una industria se construye con tecnología… pero también con tribus. Y esa noche, la tribu celebró a uno de los suyos.