
En un contexto tan inestable, incierto y acelerado como el que vivimos, es urgente que las empresas afiancen su pensamiento estratégico y aseguren que cada decisión operativa esté alineada con un rumbo claro.
Ya llegamos a la segunda mitad del año 2025. Ha sido un año lleno de retos, pero también de oportunidades que poco a poco comienzan a hacerse visibles para quienes están atentos y preparados.
En medio de este entorno cambiante, muchas empresas ya están pensando en su comida de fin de año, mientras que las más visionarias están comenzando a trabajar en sus planes para 2026.
¿Planear el cierre o diseñar el futuro?
Enfocarte tan solo en el cierre del año es como navegar sin mapa: puedes mantenerte a flote, pero difícilmente llegarás a algún destino.
En un contexto tan inestable, incierto y acelerado como el que vivimos, es urgente que las empresas afiancen su pensamiento estratégico y aseguren que cada decisión operativa esté alineada con un rumbo claro.
2050 más cerca que el 2000
Una reflexión importante en este momento es que, a partir de julio de 2025, estamos más cerca del año 2050 de lo que estamos del año 2000. Aunque muchos conservamos recuerdos vívidos del inicio del nuevo milenio, el mundo ha cambiado más en estos 25 años que en muchas décadas anteriores. Tecnologías disruptivas, cambios generacionales, nuevas formas de consumo y transformación en las expectativas de los colaboradores están reconfigurando las reglas del juego.
Claridad para crecer de manera ordenada y sostenida
La gestión estratégica no es un lujo ni un ejercicio cosmético. Es una herramienta esencial para sobrevivir, adaptarse y crecer.
Trabajar con un proceso formal de planeación y ejecución estratégica permite responder de forma más ágil a los cambios del entorno, alinear recursos con los objetivos, tomar mejores decisiones de inversión y generar un clima organizacional positivo. Todo esto tiene un efecto directo en la productividad, los ingresos y el valor del negocio.
Las 12 preguntas clave para un plan estratégico claro
Un buen punto de partida para cualquier empresa es responder con honestidad y profundidad las 12 preguntas que integran una estrategia sólida:
- ¿Qué nos define? (Valores)
- ¿Cuál es nuestra razón de existir? (Propósito)
- ¿A qué nos dedicamos realmente? (Enfoque / Core Business)
- ¿Dónde estamos parados hoy? (Posición actual)
- ¿A dónde queremos llegar en el largo plazo? (BHAG)
- ¿Cómo construimos valor para los accionistas más allá de las utilidades y los dividendos? (Patrimonio)
- ¿Qué tendencias del entorno debemos anticipar?
- ¿Cómo vamos a ser exitosos? (Pensamiento estratégico)
- ¿En qué nos debemos de concentrar? (Prioridades)
- ¿Qué necesitamos medir? (Indicadores)
- ¿A quién le toca hacer qué? (Responsables)
- ¿Estamos logrando lo que nos propusimos? (Seguimiento)
Responderlas no es solo un ejercicio de reflexión. Es la base para alinear al equipo, enfocar los esfuerzos y construir una empresa que no solo reacciona, sino que lidera.
Del plan al hábito
Una vez definido el rumbo, lo más poderoso es traducirlo en acción: prioridades, métricas, responsables claros y un ritmo de seguimiento continuo. Así es como la estrategia deja de ser una presentación olvidada y se convierte en un hábito que guía el día a día de tu empresa.
¿Cerrar el año o construir el siguiente?
¿Todavía estás pensando solamente en cómo cerrar bien el año sin ver más allá? Tal vez es momento de levantar la vista y también comenzar a diseñar tu 2026. Porque las empresas que más crecen y más valor generan no son las que mejor reaccionan… son las que mejor se preparan.
Y si quieres prepararte bien, te invito a seguir atento a mis próximas colaboraciones. En ellas, profundizaré en cada una de las 12 preguntas clave para ayudarte a construir una estrategia clara, viva y alineada con el futuro que quieres para tu empresa.