Tabla de Contenido
La evolución del C-suite hacia un liderazgo colectivo redefine cómo las empresas integran IA, datos y ciberseguridad.
Hablar de liderazgo ya no es sinónimo de estructuras rígidas ni de decisiones centralizadas. Hoy, las organizaciones compiten en un escenario donde la inteligencia artificial, los datos, la ciberseguridad y la experiencia del cliente evolucionan a un ritmo que obliga a replantear no solo los modelos de negocio, sino también la forma en que se ejerce el poder dentro de las empresas.
Gonzalo Garcia, VP de ventas para Fortinet Sudamérica, opina que, el C-suite tradicional —con el CEO en la cúspide y el resto de los CXO orbitando a su alrededor— está quedando atrás. En su lugar emerge un modelo de liderazgo colectivo, donde los equipos ejecutivos funcionan como una orquesta: múltiples liderazgos tecnológicos coordinados, alineados y corresponsables del rumbo estratégico.
El nuevo rostro del C-suite: más tecnología, más colaboración
Roles como el Chief AI Officer, Chief Data & Analytics Officer, Chief Transformation Officer, Chief Experience Officer y, de manera cada vez más estratégica, el Chief Information Security Officer (CISO), se han vuelto imprescindibles. En muchas organizaciones ya conviven cuatro o más líderes tecnológicos dentro del C-suite, lo que refleja una realidad clara: la tecnología dejó de ser un área de soporte para convertirse en un eje central del negocio.
Este cambio obliga a romper los silos tradicionales. La IA, los datos, la infraestructura, la seguridad y los productos digitales ya no pueden gestionarse de forma aislada. Requieren coordinación constante, visión compartida y una comunicación fluida que permita tomar decisiones rápidas, informadas y coherentes con los objetivos del negocio.
Cuatro competencias clave para los CXO del presente
La implementación de un liderazgo transversal no ocurre de manera automática. Requiere que los equipos CXO desarrollen capacidades específicas que van más allá del conocimiento técnico:
- Entendimiento de tecnología y negocio. No se trata de que los ejecutivos programen modelos de IA, sino de que comprendan qué puede y qué no puede hacer la tecnología, el valor de los datos y los riesgos cibernéticos, para dialogar en un lenguaje común con el CAIO, el CISO o el CIO.
- Mentalidad de capital humano. La tecnología se replica; el talento no. Las organizaciones que ganan son las que priorizan a las personas.
- Criterio ético y sistémico. Cada decisión relacionada con IA y ciberseguridad tiene implicaciones legales, reputacionales y sociales.
- Pensamiento basado en riesgo y visión de ecosistema. Integrar ética, cumplimiento normativo y objetivos de negocio en una misma decisión ya no es opcional.
IA y liderazgo humano: el equilibrio que marca la diferencia
Uno de los errores más comunes en la adopción tecnológica es partir del algoritmo y no de la pregunta humana. El enfoque correcto es inverso: primero definir el “para qué” —proteger mejor a los clientes, reducir el impacto de un incidente, mejorar la experiencia del empleado— y después decidir qué datos, qué automatización y qué inteligencia artificial aportan valor real.
La IA y los datos son amplificadores del liderazgo, no su reemplazo. Por eso, la gobernanza es clave: la máquina recomienda, el humano decide. En ciberseguridad, por ejemplo, la IA puede priorizar alertas, pero la evaluación final del riesgo recae en equipos que entienden el contexto del negocio, la cultura organizacional y las consecuencias de cada acción.
Colaborar ya no es una opción, es una condición operativa
En temas de IA y ciberseguridad, la colaboración transversal dejó de ser un “nice to have”. Diseñadores, áreas de negocio, equipos de seguridad y comunicación interna deben trabajar de forma coordinada para que los controles sean realistas, las campañas de concientización conecten con la cultura y la seguridad sea vista como un habilitador del crecimiento, no como un obstáculo.
El liderazgo colectivo no diluye responsabilidades; las fortalece. Y en un mundo donde la tecnología avanza más rápido que nunca, las organizaciones que logren equilibrar visión humana, ética y colaboración serán las que marquen la diferencia.