Pasar de ser más eficiente a crear valor con inteligencia artificial

Por Ricardo López Tello
Ricardo López Tello.
Ricardo López Tello.

Estamos entrando en una etapa en la que el reto ya no es implementar IA, sino convertirla en el motor central del negocio. Pasar de ser más eficientes… a ser realmente inteligentes.

En los últimos años, la inteligencia artificial (IA) ha dejado de ser una promesa futurista para convertirse en un componente esencial del ecosistema empresarial. Sin embargo, la mayoría de las organizaciones aún se mantiene en una fase inicial: usan herramientas basadas en IA para ser más eficientes, pero no para crear valor real.

Cuando mi socio y yo fundamos Agentes Inteligentes, teníamos claro que no queríamos vender moda tecnológica. Había mucho entusiasmo, muchas herramientas y autodenominados gurús, pero muy pocas soluciones que realmente transformaran los procesos de negocio. Desde el principio, nuestro enfoque fue uno: generar valor tangible para las empresas. Ese sigue siendo nuestro núcleo.

De la eficiencia al impacto: el cambio de paradigma

La primera etapa del uso de la IA es simple: aprender a usar herramientas generativas como ChatGPT, Copilot o Grok; experimentar con imágenes, textos y videos; automatizar tareas repetitivas. Todo eso suma eficiencia, pero es apenas el nivel básico de madurez digital.

El verdadero salto ocurre cuando las organizaciones combinan inteligencia artificial con su propia información, procesos y talento para obtener ventajas competitivas sostenibles. Ya no se trata solo de ahorrar tiempo, sino de amplificar capacidades humanas y acelerar la toma de decisiones estratégicas.

Casos que inspiran: la IA aplicada al corazón del negocio

  • JP Morgan destina más de 2,000 millones de dólares anuales a proyectos de IA. Su CEO, Jamie Dimon, asegura que la inversión ya genera retornos equivalentes gracias a la automatización del análisis financiero, la prevención de fraudes y la asesoría personalizada.
  • En salud, investigadores de Berkeley emplean machine learning para detectar riesgos tempranos en veteranos de guerra, como suicidio o apnea del sueño, ampliando la capacidad preventiva de los médicos.
  • En México, Nadro combinó reconocimiento óptico de caracteres (OCR) con IA generativa para automatizar la captura de datos en la distribución farmacéutica, logrando 92 % menos errores y 82 % menos tiempo de procesamiento.
  • Unilever, por su parte, utiliza congeladores inteligentes que detectan niveles de inventario y solicitan resurtido automático, aumentando ventas entre 8 % y 30 % según el país. Además, su proceso de reclutamiento —con 1.8 millones de postulaciones anuales— se redujo de cuatro meses a dos semanas, gracias a la IA.

En todos los casos, la lección es clara: la IA no actúa sola, sino en sinergia con otras tecnologías como big data, visión computacional o blockchain. El valor surge de esa integración y de la capacidad de adaptar las soluciones al modelo y cultura de cada empresa.

¿Por dónde empezar?

Los estudios coinciden: las compañías que integran IA para crear valor pueden incrementar sus ingresos entre 12 % y 25 % (McKinsey). Pero hacerlo de forma inteligente requiere planeación.

Algunos pasos clave:

  1. Empieza en pequeño. Define pilotos de IA en procesos críticos, con metas cortas y medibles.
  2. Cuida la calidad de tus datos. Son la base de cualquier modelo inteligente.
  3. Define un ROI claro. Mide impacto, retorno y tiempo de adopción.
  4. Combina tecnologías existentes. Usa algoritmos o modelos probados y adáptalos a tu entorno.
  5. Promueve una cultura de prueba y aprendizaje. Ajusta, repite y escala.

La IA no sustituye personas, sino tareas. Libera tiempo para la estrategia, la creatividad y la empatía, que son las verdaderas fuentes de diferenciación humana.

Hacia una nueva era: Agentic AI as a Service

Como bien dijo Satya Nadella, CEO de Microsoft: “Los agentes de IA reemplazarán al software como servicio.” Esa frase resume el futuro inmediato de la industria tecnológica. En Agentes Inteligentes, compartimos esa visión: la IA dejará de ser una herramienta para convertirse en un agente autónomo de creación de valor, capaz de transformar la manera en que operan las organizaciones.

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